Como todos sabemos, el calcio es fundamental para los huesos y por ello no debe faltar en nuestra dieta a través de la ingesta de diversos alimentos. La leche y los productos lácteos aportan del 60 al 70% del calcio total recomendado en la dieta. Además, la leche y el queso son una fuente importante de vitamina B12, la cual ayuda a la formación de los glóbulos rojos en la médula ósea.
Tras recientes estudios realizados en universidades como la de Tennessee en Estados Unidos y la de Copenhague en Dinamarca, se ha llegado a la conclusión de que el calcio es algo más que un vehículo para fortalecer los huesos y las articulaciones ya que también favorece la eliminación de las grasas por parte del organismo.
La Universidad Ben-Gurión del Néguev, en Israel, sometió a 300 personas, tanto hombres como mujeres, con edades comprendidas entre los 40 y los 65 años, a distintas dietas con el fin de evaluar con qué tipo de dieta se perdía más peso, analizando la dieta mediterránea, la dieta baja en grasas y la dieta baja en hidratos de carbono.
El resultado fue sorprendente, ya que, independientemente de la dieta que siguieran, las personas que tomaron alimentos ricos en calcio, adelgazaron más. Las personas que durante los dos años que duró el experimento ingirieron una cantidad de calcio diaria equivalente a dos vasos de leche y un yogur, perdieron seis kilos más que los que menos derivados lácteos habían tomado.
Según los autores del estudio, los lácteos favorecen la pérdida de grasa, fundamentalmente en la zona abdominal, disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades crónicas provocadas por la hipertensión.