La Dieta Mediterránea es una de las dietas más saludables que existen. Incluye alimentos típicos de la zona mediterránea, especialmente de Grecia, España, sur de Italia y sur de Francia.
Esta dieta se centra en el consumo de pescado, frutas, verduras, cereales y aceite de oliva. Los productos lácteos forman parte de esta dieta desde el Neolítico cuando el ser humano logró la domesticación de cabras y ovejas probablemente hace unos 9.000 años en las zonas del Mediterráneo Oriental. La mitología griega ensalzaba los valores de la leche y las cuajadas, y hay evidencias de que los romanos consumían leche y queso de oveja y cabra .
La UNESCO ha reconocido la Dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, no sólo por ser una dieta variada y equilibrada, sino por ser una dieta que ofrece multitud de platos con gran sabor.
La Fundación Dieta Mediterránea ha establecido un decálogo para aquellas personas que quieran seguir esta dieta:
- Utilizar el aceite de oliva como principal grasa de adición.
- Consumir alimentos de origen vegetal en abundancia: frutas, verduras, legumbres, champiñones y frutos secos.
- El pan y los alimentos procedentes de cereales (pasta, arroz y especialmente sus productos integrales) deberían formar parte de la alimentación diaria.
- Los alimentos frescos y de temporada son los más adecuados.
- Consumir diariamente productos lácteos, principalmente yogurt y quesos.
- La carne roja se tendría que consumir con moderación y si puede ser como parte de guisos y otras recetas. Y las carnes procesadas en cantidades pequeñas y como ingredientes de bocadillos y platos.
- Consumir pescado en abundancia.
- La fruta fresca tendría que ser el postre habitual.
- El agua es la bebida por excelencia en el mediterráneo.
- Realizar actividad física todos los días, ya que es tan importante como comer adecuadamente.
Dentro de la Dieta Mediterránea, los lácteos juegan un papel muy importante como fuente de proteínas de alto valor biológico, aportando vitaminas y minerales como el calcio y el fósforo.
Los lácteos son considerados la mejor fuente de calcio para el organismo. Son imprescindibles en cualquier etapa de la vida, aunque su consumo merece una especial atención en etapas en las que los requerimientos son más elevados (infancia, adolescencia, embarazo, lactancia, menopausia y tercera edad).
Un vaso de leche entera, desnatada o semidesnatada de 200 ml te ayudará a alcanzar el 28% de las recomendaciones diarias de calcio. Por su parte, las leches enriquecidas ayudan a alcanzar los requerimientos diarios de vitaminas como la A, D y E y minerales como el fósforo.
El consumo de leche y derivados lácteos se recomienda entre 2 y 4 veces al día, pudiendo elegir entre todas las variedades de lácteos que ofrece el mercado.